EL ESTATUTO TEÓRICO-CLÍNICO DEL GRUPO
DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
AL PSICOANÁLISIS
René Kaës
Conferencia
dictada el 16 de Abril 1996
en la Universidad Autonoma
de Mexico - Xochimilco
Comentada
por los Dres. Margarita Baz, Silvia Radosh y José Perrés,
profesores
de la Maestría
en Psicología Social de Grupos e Instituciones
U.A.M.,
Xochimilco.
Kaës, René (1996):
El estatuto teórico-clínico del grupo. De la psicología social al psicoanálisis,
Conferencia dictada el 16 de Abril 1996 en la Universidad Autonoma
de Mexico - Xochimilco,
Revista
Acheronta, Número 5 - Junio 1997 (confirmar el número) http://psiconet.com/acheronta
Comentada
por los Dres. Margarita Baz, Silvia Radosh y José Perrés, profesores de la Maestría en Psicología
Social de Grupos e Instituciones U.A.M., Xochimilco. Käes polemiza con Pichon y
discute sus conceptos.
Apertura
A cargo
del Dr. Guillermo Villaseñor García Conferencia de
René Kaës
Comentarios sobre la conferencia
Dres.
Margarita Baz, Silvia Radosh y José Perrés Respuesta de R. Kaës a los
comentarios
I)
Palabras de bienvenida y apertura: Dr. Guillermo Villaseñor García
Director
de la División
de Ciencias Sociales y Humanidades
Tengo el
honor de presentarles al Dr. René Kaës, catedrático de la Universidad Lumière ,
de Lyon, Francia, y Director del Centro de Investigaciones en Psicología y
Psicopatología Clínicas, de dicha Universidad, quien nos honra con su visita a
México y a la U.A .M.,
Xochimilco.
El Dr.
René Kaës ha sido invitado en forma conjunta por el Círculo Psicoanalítico
Mexicano A.C., la División
de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Xochimilco ,
Universidad Autónoma Metropolitana y la Coordinación de Humanidades, de la Universidad Nacional
Autónoma de México, para compartir con todos nosotros, durante una semana de
intensas actividades, sus experiencias académicas y profesionales en el campo
de las investigaciones sobre los fenómenos grupales. El Dr. Kaës es
merecidamente reconocido, a nivel internacional, como uno de los máximos
especialistas en la teorización de dichos fenómenos grupales a partir de la Teoría Psicoanalítica ,
así como en la precisa delimitación del estatuto del "sujeto" y del
"sujeto del grupo".
Sus
conceptualizaciones, desarrolladas a lo largo de tres décadas de rigurosas
investigaciones, y plasmadas en más de veinte libros publicados, se han constituido
en la actualidad en bibliografía ineludible para todos aquellos investigadores
interesados en la comprensión de los complejos efectos de la dimensión
psíquica, fundamentalmente inconsciente, presentes en todo grupo humano, en
toda forma de grupalización. Si pensamos que el concepto de "grupo"
se ha vuelto paulatinamente imprescindible para todas las ciencias sociales:
sociología, antropología, educación, politología, entre tantas otras, podremos
apreciar que las investigaciones del Dr. René Kaës no sólo interesan a
psicoanalistas, psicólogos y psicoterapeutas, sus destinatarios más inmediatos,
sino que su complejo pensamiento convoca a todos los científicos sociales al
abrir dimensiones insospechadas de reflexión y de análisis para nuestras
propias investigaciones.
No
debemos olvidar además que por vía del estudio de los fenómenos grupales, de la
grupalidad, a través de un dispositivo metodológico idóneo para tales
propósitos, podremos acceder paulatinamente, y de un modo más riguroso, a la
mejor comprensión de los planos de subjetividad presentes en todos los fenómenos
institucionales y sociales, produciendo conocimientos que irán articulándose
con aquéllos que generan otros especialistas en ciencias sociales, desde sus
propias disciplinas, permitiéndonos así un mejor abordaje de nuestros objetos
teóricos, como científicos sociales, así como de la compleja y opaca realidad
social de la que queremos dar cuenta.
No en
vano, entonces, han demostrado su interés y contribuido a hacer posible la
presencia del Dr. Kaës en nuestra Unidad Xochimilco, diversas instancias de la
misma, como son las Áreas de Investigación "Procesos grupales e
institucionales y sus interrelaciones", "Subjetividad y procesos
sociales", el Departamento de Educación y Comunicación, la Maestría en Psicología
Social de Grupos e Instituciones, el Doctorado en Ciencias Sociales, la División de Ciencias
Sociales y Humanidades y la
Rectoría de esta Unidad, a través del propio Rector, el Quim.
Jaime Kravzov Jinich.
Quisiera
señalar también que en estos momentos particulares que estamos viviendo en
nuestro país estos fenómenos grupales empiezan a hacerse realidad, empiezan a
multiplicarse y dicho fenómenos grupales se empiezan a convertir en un elemento
sine qua non, en un elemento fundamental de dinamización de nuestra sociedad,
que ha generado un intercambio creciente en el que los aspectos subjetivos y
las relaciones intersubjetivas se han constituido en elementos que nos permiten
ir creando la nueva identidad de país por la que estamos pasando.
Estos
fenómenos grupales, en este momento de nuestro país en el que se tiene que
delinear un nuevo conjunto de relaciones sociales y que se tienen que ir creando
nuevos estatutos sociales, en el que estamos en la generación de un doloroso
proceso de un nuevo pacto social en la reconstrucción de nuestro país y en la
reconstrucción de nuestra identidad como sociedad, creo que cobran especial
relevancia sesiones académicas como esta que nos reúne ahora, que trascienden
la academia, que nos vinculan con la realidad que nos van permitiendo abrir los
nuevos caminos y las nuevas esperanzas que nos urgen en nuestro país y que
estamos haciéndolas poco a poco.
Por estos
motivos quiero dar una cordial bienvenida a nuestro ilustre huésped y desearle
una feliz estancia en México en la que pueda lograr un rico intercambio
académico con los profesores y alumnos de la UAM y de la UNAM , augurando además que este encuentro pueda continuarse
próximamente abriendo una estrecha colaboración entre universidades y
especialistas europeos y latinoamericanos.
Dr. René
Kaës: bienvenido. Nuestra universidad se honra con su presencia. Le agradecemos
de antemano su conferencia y escuchamos sus palabras.
Muchas
gracias.
II)
CONFERENCIA DEL DR. RENÉ KAËS
El
estatuto teórico-clínico del grupo
De la
psicología social al psicoanálisis
(Traducción:
Silvia Pasternac)
(Revisión
técnica: José Perrés)
Señoras y
señores, queridos colegas, quisiera decirles a mi vez el gusto que me da
encontrarme en esta ilustre Universidad; no son únicamente fórmulas de
cortesía, sino que se trata de lo que sentí escuchando las generosas palabras
del Dr. Guillermo Villaseñor. Pienso que quizá solamente en una universidad
como la de ustedes es posible inscribir algo tan preciso como el grupo sobre el
trasfondo político, cultural, económico y social. Creo que tienen una comprensión
quizá natural del hecho de que el grupo es la interferencia de muchas dimensiones,
que es un encuentro polifónico de discursos y ante todo un encuentro problemático
entre diferentes sujetos, constituídos en sus historias y en sus estructuras
con características específicas que intentan mantener juntos el aspecto de la
alteridad y la diferencia, así como el de su identidad común. Hay en el grupo
efectivamente un juego a veces trágico donde erramos al mismo tiempo a la identidad
y a la alteridad. Fui muy sensible a las palabras que fueron dichas que no se
inscriben solamente en una preocupación interdisciplinaria, sino que se hallan
ya presentes profundamente en la cultura de ustedes, constituida precisamente
por el encuentro con los otros, por el mestizaje de las culturas. Por ello les
agradezco de me hayan invitado a participar en este conjunto.
Cuando
algunos psicoanalistas se encontraron ante la necesidad de inventar una
alternativa para la cura individual, el dispositivo de grupo fue considerado
por algunos como adecuado para el tratamiento de ciertos pacientes. La mayoría
de estos psicoanalistas estaban comprometidos en situaciones donde tenían que
tratar con problemas de psiquiatría bastante pesados y trataban estos problemas
en instituciones que no hacían sino agravarlos, según una lógica loca que asociaba
la locura de los sujetos con la locura de la institución, instituciones cuya
tarea primordial es la de justamente tratar la locura,
José
Bleger ya mostró muy claramente como las instituciones de salud terminan por
organizarse sobre la lógica de la misma locura que intentan tratar. Si mencioné
a Bleger es para nombrar a uno de los que, junto con Pichon-Rivière en Buenos
Aires, y como Foulkes y Bion en Londres, tuvieron que buscar alternativas para
el tratamiento individual pero que encontraron inmediatamente algunas
dificultades específicas para el tratamiento grupal en las instituciones. Los
acondicionamientos necesarios eran entonces difícilmente concebibles en el
interior de las distorsiones teórico-clinicas que producían, con las categorías
del psicoanálisis mismo.
Otros más
debieron aprender de las situaciones de emergencia, de las neurosis traumáticas
engendradas por la guerra, y tuvieron que inventar dispositivos económicos para
tratarlas, descubriendo así su eficacia: fue el caso de W. R. Bion al comienzo
de la Segunda Guerra
Mundial. También hubo quienes se preocuparon por tomar en cuenta los
imperativos de salud pública y de gestión de los recursos terapéuticos: en
Francia, por ejemplo, el desarrollo de las prácticas de grupo se realizó bajo
el efecto de obligaciones de seguridad social y del proyecto de reforzar los
procesos de socialización al final de la segunda guerra mundial.
Al abrir
el camino para el conocimiento de esta parte de la psique individual
comprometida en el alma de grupo, estos psicoanalistas se vieron confrontados
con problemas clínicos, metodológicos y teóricos que los condujeron a los
confines del psicoanálisis y de otras disciplinas. Éstas, fundadas sobre otras
concepciones de la vida psíquica, estaban dotadas de hipótesis que tarde o
temprano debían revelarse como estando en oposición con la hipótesis fuerte
constitutiva del psicoanálisis: un inconsciente psicosexual de origen infantil
separado de la consciencia pero que actúa sobre ella de manera específica y
constante.
La teoría
psicoanalítica de los grupos no se constituyó de una sola vez sobre bases
psicoanalíticas, por diversas razones: unas estaban fundadas sobre la
resistencia a trabajar con los conceptos del psicoanálisis en una situación diferente
de la de la cura; las otras daban prioridad a los planteamientos teóricas de la
psicología social lewiniana, a las concepciones socio-culturales de G. H. Mead,
o a los elementos críticos del marxismo sobre los procesos de alienación mental
producidos por el sistema económico capitalista.
Si
dejamos de lado la exclusión del grupo del campo de la práctica y del pensamiento
psicoanalíticos en nombre de una ortodoxia purista, el trabajo de teorización
se abría en tres direcciones: 1°. la aculturación de los conceptos
extraterritoriales en el campo del psicoanálisis, corriendo el riesgo de teorizaciones
a veces bastardas y de prácticas ambiguas, pero que planteaban preguntas que
hasta ese momento estaban excluidas del campo de la investigación
psicoanalítica: los conceptos de intersubjetividad y de alienación fueron
producto de esta aculturación; 2°. la invención de una problemática que podía
producir una teoría psicoanalítica de las formaciones y de los procesos psíquicos
que encuentran su lugar en el grupo; 3°. la construcción de una metapsicología
de la intersubjetividad y de una teoría del sujeto del inconsciente en tanto
que es conjuntamente sujeto del grupo. Esta última vía, que es la mía, encara
el enfoque psicoanalítico del grupo como una contribución general del
psicoanálisis.
1.
El grupo como entidad psíquica. Incidencias teórico-clínicas.
Las
construcciones teóricas se organizaron principalmente alrededor de los modelos
propuestos por W.R.Bion y por S.H.Foulkes en Inglaterra, Pichon Rivière en
Buenos Aires, en Francia por D.Anzieu y por mí. Todos estos modelos de
funcionamiento del grupo tienen como fundamento la hipótesis de que el grupo es
una organización y un lugar de producción de la realidad psíquica, una entidad
relativamente independiente de la de los individuos que lo constituyen.
2.
Aspectos del modelo de Bion: cultura y mentalidad de grupo. Supuestos básicos.
Bion fue
el primero en proponer una teoría puramente psicoanalítica del grupo. Funda su
análisis sobre categorías centrales del psicoanálisis cuando distingue dos
modalidades del funcionamiento psíquico en los pequeños grupos: el grupo de
trabajo donde prevalecen los procesos y las exigencias de la lógica secundaria
que organizan la representación del objeto y del objetivo del grupo, la
organización de la tarea y de los sistemas de comunicación que permiten su
realización. El grupo básico, donde predominan los procesos primarios en forma
de supuestos básicos (basic assumption) en tensión con el grupo de trabajo.
La
mentalidad de grupo garantiza la concordancia de la vida del grupo con los
supuestos básicos que organizan su curso. La mentalidad de grupo es definida
como la actividad mental que se forma en un grupo a partir de la opinión, de la
voluntad y de los deseos inconscientes, unánimes y anónimos de sus miembros.
Las contribuciones de éstos en la mentalidad de grupo, que constituye su
continente, permite cierta satisfacción de sus pulsiones y de sus deseos; sin
embargo, deben estar de acuerdo con las demás contribuciones del fondo común, y
estar apoyadas por él. La mentalidad de grupo presenta así una uniformidad, en
contraste o en oposición con la diversidad de las opiniones, de los
pensamientos y de los deseos propios de los individuos que contribuyen a
formarla.
Tres
supuestos básicos (Dependencia, Ataque-Fuga, Emparejamiento) califican los
diferentes contenidos posibles de la mentalidad de grupo. Son los representantes
de tres estados emocionales específicos. Desempeñan un papel determinante en la
organización de un grupo, en la realización de su tarea y en la satisfacción de
las necesidades y deseos de sus miembros. Son y permanecen inconscientes,
expresan fantasmas inconscientes y están sometidos al proceso primario. Los
miembros del grupo los utilizan como técnicas mágicas destinadas a lidiar con
las dificultades con que se topan, y especialmente a evitar la frustración
inherente al aprendizaje por medio de la experiencia. Bion puso en evidencia la
semejanza de sus rasgos con los fenómenos descritos por M.Klein en sus teorías
sobre los objetos parciales, las angustias psicóticas y las defensas primarias.
Desde ese punto de vista, los supuestos básicos son reacciones grupales defensivas
contra las angustias psicóticas reactivadas por la regresión impuesta al
individuo por la situación de grupo.
3.
Algunas aportaciones de Foulkes y de Ezriel: el grupo como matriz psíquica, la
resonancia fantasmática.
S.H.Foulkes,
J.Rickman y H.Ezriel constituyeron la corriente de la Group-Analysis
sobre bases teóricas y metodológicas sensiblemente diferentes.
De los
años que pasó trabajando con K.Goldstein en el Instituto Neurológico de
Frankfurt antes de emprender su formación psicoanalítica, Foulkes conservó la
idea central del Gestaltismo y del abordaje estructural del comportamiento. Lo
aplicó a su concepción del individuo y del grupo: la totalidad antecede a las
partes, es más elemental, no es igual a la suma de sus elementos. El individuo
y el grupo forman un conjunto del tipo figura-fondo. El individuo en un grupo
es como el punto nodal en la red de las neuronas.
De esta
idea fundamental deriva, para Foulkes, la de que el grupo posee propiedades
terapéuticas específicas: justifica así la práctica del análisis de grupo que
él elabora en Londres al comienzo de los años cuarenta: "la idea del grupo
como matriz psíquica, el terreno común de las relaciones de operaciones, incluyendo
todas las interacciones de los miembros participantes del grupo, es primordial
para la teoría y el proceso de la terapia. Todas las comunicaciones sobrevienen
en el interior de este marco de referencia. Un fondo de comprensión
inconsciente, en el cual se producen reacciones y comunicaciones muy complejas,
está siempre presente" (S.H.Foulkes, 1964, trad. Francesa, 1970, pág.
109).
El
postulado primario de Foulkes es que "la naturaleza social del hombre es
un hecho fundamental e irreductible". Como toda enfermedad se produciría
en el interior de una red compleja de relaciones interpersonales, la
psicoterapia de grupo es un intento de tratar la red entera de los trastornos,
ya sea en el punto de origen, en el grupo de origen -primitivo-, y colocando al
individuo perturbado en condiciones de transferencia en un grupo ajeno"
(Ibíd., pág. 108).
En el
sentido amplio, el Group-Analysis es un método de investigación de las
formaciones y de los procesos psíquicos que se desarrollan en un grupo; funda
sus conceptos y su técnica sobre ciertos datos fundamentales de la teoría y del
método psicoanalíticos, y sobre elaboraciones psicoanalíticas originales requeridas
por la toma en consideración del grupo como entidad específica. En un sentido
más restringido, el Group-Analysis es una técnica de psicoterapia de grupo y un
dispositivo de experiencia psicoanalítica del inconsciente en situación de
grupo. Cinco ideas principales están en la base del Group-Analysis de Foulkes:
la opción de escuchar, de entender y de interpretar al grupo como totalidad en
el "aquí y el ahora"; la toma en consideración de la única transferencia
"del grupo" sobre el analista y no de las transferencias intragrupales
o laterales; la noción de resonancia inconsciente (Ezriel aclara: fantasmática)
entre los miembros de un grupo; la tensión común y el denominador común de los
fantasmas inconscientes del grupo; la noción de grupo como matriz psíquica y el
marco de referencia de todas las interacciones.
Las
primeras teorías del grupo, ya sea que hayan sido propuestas por Lewin (1947),
Moreno (1954), Foulkes o Bion, tratan al grupo como una entidad generadora de
efectos psíquicos propios. Las contribuciones de los sujetos son consideradas
como procesos y contenidos anónimos y desubjetivados. En este aspecto, las
primeras teorías del grupo son teorías donde el sujeto desaparece en lo que lo
singulariza: su historia, su ubicación en el fantasma inconsciente, la idiosincrasia
de sus pulsiones, de sus representaciones, de su represión.
Estos
conceptos constituyen al grupo como el destinatario de la interpretación. Si la
interpretación se piensa y se da en términos de grupo, sus efectos son
evidentemente reducidos en cada individuo, a través de los vínculos que lo atan
a la matriz del grupo o que lo sitúan en su campo de fuerzas. Pero ese vínculo
y lo que para cada uno se juega en él no se interpreta directamente. Foulkes,
al igual que Bion, supone que el Inconsciente produce efectos específicos en el
grupo, pero lo trata más como una cualidad relativa a los fenómenos producidos
que como una instancia o un sistema constitutivo de las formaciones y de los procesos
intersubjetivos.
4.
Enrique Pichon-Rivière: del psicoanálisis a la psicología social.
Los
caminos tomados por Pichon-Rivière en Buenos Aires son claramente diferentes:
proponen una comprensión del grupo en términos de psicología social
psicoanalítica, esbozan una teoría del sujeto situada en la articulación entre
algunas hipótesis psicoanalíticas y unas hipótesis tomadas de la psicología y
de diversas corrientes filosóficas. La lectura de los textos de Pichon producen
la impresión de un hombre en búsqueda, más preocupado por dar nacimiento a un
campo de investigaciones que por unificar los enunciados teóricos.
Pichon-Rivière
realizó un trabajo de pionero, que alimentó las investigaciones de sus
sucesores en Argentina, en numerosos países de América Latina y en la diáspora
consecutiva al exilio ante la dictadura .
La
psicología social de Pichon-Rivière
Existen
razones para que su trayecto le otorgue progresivamente a la psicología social
la referencia prevaleciente, como lo atestiguan estas líneas escritas en 1972 y
que recapitulan bastante bien las principales hipótesis de su investigación:
"La
psicología social que buscamos se inscribe en una crítica de la vida cotidiana.
Lo que abordamos es al hombre sumergido en sus relaciones cotidianas. Nuestra
conciencia de estas relaciones pierde su carácter trivial en la medida en que
el instrumento teórico y su metodología nos permiten buscar la génesis de los
hechos sociales. Compartimos entonces la línea de pensamiento abierta por
H.Lefèvre, que considera que las ciencias sociales encuentran su realidad en
‘la profundidad sin misterios de la vida cotidiana’. La psicología social que
postulamos tiene como objeto de estudio el desarrollo y la transformación de
una relación dialéctica que se establece entre la estructura social y el
fantasma inconsciente del sujeto, y que reposa en relaciones fundadas sobre las
necesidades de ésta. Dicho de otro modo, se trata de la relación entre la
estructura social y la configuración del mundo interno del sujeto, relación que
es abordada a través de la noción de vínculo. En nuestra concepción, el ser
humano es un ser de necesidades que no se pueden satisfacer más que socialmente,
en unas relaciones que lo determinan. El sujeto no solamente es un sujeto en
relaciones, es también un sujeto producido en una praxis: no existe nada en él
que no sea la resultante de la interacción entre individuo, grupos y clases.
Como esta relación es el objeto de la psicología social, el grupo constituye
entonces el campo operacional privilegiado de esta disciplina, por el hecho de
que permite la investigación del juego entre lo psico-social (grupo interno) y
lo socio-dinámico (grupo externo) por medio de la observación de las formas de
interacción, de los mecanismos por los cuales los papeles se adjudican y se
asumen. Y el análisis de las formas de interacción es el que nos permite
establecer allí las hipótesis sobre los procesos determinantes."
En
Argentina, mis trabajos se consideraron como eco y continuación de los de
Pichon. En la medida en que partí de otras premisas y de otra experiencia distinta
de la de él, quise confrontar mi concepción con la suya, particularmente a
propósito del grupo interno, del grupo, del sujeto, del vínculo y del
porta-palabra. Estas nociones son comunes a los dos, aunque hayan sido desarrolladas
en contextos diferentes y de acuerdo con acciones distintas e independientes.
Quisiera
presentar brevemente dos conceptos pichonianos y confrontarlos con mis propias
elaboraciones.
Los
grupos internos y la cuestión del vínculo en Pichon-Rivière
El acceso
a esta noción se realiza, para Pichon-Rivière, a partir de la psicopatología:
el tratamiento de los pacientes psicóticos le impone la evidencia de "la
existencia de objetos internos, de múltiples imago que se articulan en un mundo
construido de acuerdo con un proceso progresivo de interiorización". Este
mundo interno tiene, tanto para él como para mí, la configuración de una
escena, pero para Pichon-Rivière es en esta escena donde es "posible
reconocer el hecho dinámico de la interiorización de los objetos y de sus
relaciones."
Lo que
Pichon-Rivière llama el mundo interno o grupo interno es la reconstrucción de
la trama relacional, del sistema de relaciones intersubjetivas y sociales de
los que el sujeto emerge: describe así las relaciones intersubjetivas, o
estructuras de vínculos interiorizados y articulados en un mundo interno. Son
producidas por un proceso de interiorización a través del pasaje fantasmático
de un sistema de relaciones exteriores (intersubjetivas y sociales) a una interrelación
"intrasistémica". Los grupos internos son modelos internos que orientan
la acción hacia los demás en las relaciones intersubjetivas: sobre este punto
me siento cercano a él, pero me distingo por la proposición de acuerdo con la
cual los grupos internos son también organizadores de las acciones intrapsíquicas.
Semejante
concepción de los grupos internos es fuertemente tributaria de una problemática
psico-social. Para Pichon-Rivière, lo intrapsíquico es en definitiva un efecto
psico-social. Expresa cómo "el grupo constituye (por lo tanto) el campo
operacional privilegiado de esta disciplina [la psicología social]" y precisa
lo que es importante para nuestro planteamiento, que esta propiedad viene del
"hecho de que permite la investigación del juego entre lo psico-social
(grupo interno) y lo socio-dinámico (grupo externo)" . Para
Pichon-Rivière, el campo de lo psico-social es también, en algunas
definiciones, el de lo intrapsíquico, y ambos están opuestos y articulados al
campo de lo socio-dinámico (grupos externos relacionados con lo
intersubjetivo).
Las
referencias de Pichon a la psico-sociología de Lewin, a la de G.H.Mead, a la Crítica de la razón dialéctica
de Sartre, al marxismo de Henri Lefèvre, parecen haber prevalecido sobre la
invención de una problemática fundada sobre las proposiciones fundamentales del
psicoanálisis. Con todo, experimento dificultades para representarme si esa
preeminencia reposó para él sobre una verdadera crítica del psicoanálisis
-hasta donde llegan mis conocimientos, no la emprendió - o sobre opciones y
postulados ideológicos personales que le parecían más apropiados para abrir el
espacio de una acción terapéutica trabajando sobre toda la cuestión de las
relaciones de lo social, de la intersubjetividad y del espacio intrapsíquico .
Es cierto que numerosos psiquiatras de Europa, especialmente en Francia,
hicieron coexistir la hipótesis del psicoanálisis con los principios extraídos
de otros universos de pensamiento: particularmente, la corriente de la psicoterapia
institucional.
El
segundo concepto de Pichon que quisiera hacer resaltar es el de vínculo,
cuestión central en la obra de Pichon. El punto de partida de su reflexión es
aquí, una vez más, el de los problemas planteados por el tratamiento de la locura
en el marco de la psiquiatría social en la cual trabaja para darle forma e
instrumentos conceptuales. Un gran número de éstos son tomados de la psico-sociología
de la comunicación y de la teoría de los roles. Este enfoque da de entrada al
sujeto no como ser aislado, sino como incluido en un grupo, cuya base es la
familia: la conceptualización que resulta de ella es, entonces, según Pichon,
esencialmente psico-social, socio-dinámica e institucional, pues el grupo
familiar está inserto en el campo social que le confiere su significación. Así,
la aparición de la psicosis en un miembro de la familia es un "emergente"
original que expresa y toma a su cargo la enfermedad mental de toda la familia:
el delirio que construye un miembro de la familia debe entonces comprenderse
como una tentativa de resolución de un conflicto determinado y, al mismo
tiempo, como un intento de reconstruir no solamente su mundo individual, sino
principalmente el de su grupo familiar y, secundariamente, el social mismo.
Éste es
el trasfondo de su concepción del vínculo, que él diferencia de la relación de
objeto. "¿Por qué utilizamos el término de vínculo? En realidad, estamos
acostumbrados a utilizar la noción de relación de objeto en la teoría psicoanalítica,
pero la noción de vínculo es mucho más concreta. La relación de objeto es una
estructura interna del vínculo. Un vínculo es, sin embargo, un tipo particular
de relación de objeto; la relación de objeto está constituida por una
estructura que funciona de una manera determinada. Es una estructura dinámica, en
movimiento continuo, que funciona activada y movida por factores instintuales,
por motivaciones psicológicas. [...] Así, nos enfrentamos con dos campos
psicológicos en el vínculo: un campo interno y un campo externo. Sabemos que
existen objetos externos y objetos internos. Es posible establecer un vínculo,
una relación de objeto con un objeto interno y, por lo mismo, con un objeto
externo. Podemos decir que lo que nos interesa más desde el punto de vista
psico-social es el vínculo externo, mientras que desde el punto de vista de la
psiquiatría y del psicoanálisis, el que nos interesa más es el vínculo interno,
es decir, la forma particular que adopta el yo al ligarse con la imagen de un
objeto localizado en él..." Teoría del vínculo, 1980, págs. 35-36.
El
concepto de vínculo propuesto por Pichon-Rivière es el resultado de otro tipo
de determinación: no oculta su proyecto de efectuar la sustitución del concepto
de instinto por la estructura de vínculo, entendiendo la estructura de vínculo
como el efecto de un proto-aprendizaje, como el vehículo de las primeras
experiencias sociales que constituyen al sujeto mismo, sobre la negación del
narcisismo primario . Una constante de su teoría del vínculo es en efecto
sostener que la interiorización de la estructura de relación se produce en la
interacción: ésta se vuelve intrasubjetiva bajo los efectos de la
identificación introyectiva y proyectiva, pero Pichon la describe también en
términos interaccionistas y comunicacionales (emisor-receptor).
La suerte
que corre lo pulsional en el vínculo, ¿no conduce forzosamente a Pichon a
trazar un camino que va del psicoanálisis a la psicología social? Al tratar a
la intersubjetividad y al vínculo a lo largo de su recorrido, Pichon-Rivière
corría el riesgo de perder de vista una problemática del sujeto articulable con
la del grupo.
5. Los
trabajos de la
Escuela Francesa
Los
trabajos de la
Escuela Francesa primero restituyeron al grupo su valor de
objeto psíquico para los sujetos. A partir de ese punto de vista se inició un proceso
de ruptura epistemológica en la concepción del grupo, y esta ruptura se efectuó
esencialmente con la psicología social. Era necesario romper con la psicología
social para permitir que entrara, imperativamente, el grupo en el campo del
psicoanálisis, porque en Francia, al comienzo de los años 60, los enfoques frontales
se encontraban en este terreno particularmente fustigados y eran sospechosos de
derivaciones extra-psicoanalíticas.
Esta
ruptura recibe lo esencial de su legitimidad de aquélla, epistemológica, que el
psicoanálisis introdujo en las ciencias humanas. La hipótesis del inconsciente
cambia las perspectivas sobre el estatuto del objeto: esencialmente observado y
manipulado en la acción de la medicina y de la psicología, el objeto es considerado
por el psicoanálisis desde el aspecto en que es investido por la pulsión y por
el fantasma del sujeto epistémico. Así, el grupo ya no es considerado electivamente
como la forma y la estructura de un sistema estabilizado de relaciones
interpersonales objetivadas, en las cuales se operan fuerzas de equilibración,
representaciones productoras de normas y de procesos de influencia, presiones
conformistas, creación de estatutos y de papeles. En el campo psicoanalítico,
es esencialmente un objeto de investiduras pulsionales y de representaciones
inconscientes, un sistema de ligazón y de desligazón de las relaciones de
objeto y de las cargas libidinales o mortíferas que están asociadas con ello.
Lo
esencial de los cambios operados con ocasión de esta ruptura se apoyan en las
proposiciones siguientes:
•La
hipótesis del Inconsciente: que unos procesos inconscientes actúan en el
seno de los grupos es un hecho admitido por todos los modelos anteriores.
Precisamos que son diferentes niveles, regulados por la naturaleza de las identificaciones,
de los mecanismos de defensa, de los conflictos psico-sexuales. Son, por un
lado, edípicos y se organizan alrededor de la ambivalencia ante la figura del
jefe; pero son también preedípicos y pregenitales, y movilizan fantasmas,
identificaciones, mecanismos de defensa y relaciones de objetos parciales,
especialmente los que tienen que ver con la organización oral de la libido. Las
tensiones conflictivos oscilan entre estos tres polos de la organización
estructural del aparato psíquico: neurótico, narcisista, psicótico.
•El
pequeño grupo como objeto: Pontalis escribe en 1963 que "no basta con
revelar los procesos inconscientes que actúan en el seno de un grupo, cualquiera
que sea el ingenio que se demuestre en ese caso: mientras se ubique fuera del
campo del análisis la imagen misma del grupo, con los fantasmas y los valores
que porta, se elude de hecho cualquier cuestión sobre la función inconsciente
del grupo".
•El
grupo como realización de los deseos inconscientes: D. Anzieu propuso una
tesis decisiva al sostener que el grupo es, como el sueño, el medio y el sitio
de la realización imaginaria de los deseos inconscientes infantiles. De acuerdo
con este modelo, los fenómenos diversos que se presentan en los grupos están
emparentados con contenidos manifiestos. Derivan de un número limitado de
contenidos latentes. Los procesos primarios, velados por una fachada de
procesos secundarios, son en él determinantes. El grupo, ya sea que cumpla
eficazmente la tarea que se asignó o que esté paralizado, es un debate con un
fantasma subyacente. Como el sueño, como el síntoma, el grupo es la asociación
de un deseo inconsciente que busca su camino de realización imaginaria, y de
defensas contra la angustia que suscitan en el yo esos cumplimientos.
Pudimos
describir mecanismos precisos, unos generales y propios de cualquier producción
del inconsciente, los otros específicos de la situación de grupo: así lo que D.
Anzieu llamará la ilusión grupal, o lo que yo despejaré como la ideología y las
alianzas inconscientes. Se trata aquí de fenómenos sobre los cuales no actúa la
mayoría de los métodos de formación y de discusión que pretenden mejorar las
comunicaciones.
Aunque he
contribuido para establecer la hipótesis de acuerdo con la cual el grupo es el
lugar de una realidad psíquica propia, mis investigaciones difieren de las que
acabo de presentar en varios puntos, y ahora quisiera dar cuenta de esto.
6. Visión
de conjunto sobre mis propias investigaciones
El acceso
a la noción de grupo interno se realizará, para mí, a través del estudio de las
representaciones del grupo como objeto, en el sentido que acababa de dar a esta
problemática J.B.Pontalis. Llevé a cabo mis investigaciones en tres tiempos:
sobre las representaciones del grupo cuyos organizadores inconscientes y
culturales (1965-68) busqué descubrir; describí los organizadores inconscientes
como "grupos de adentro", estructurados de acuerdo con leyes de
composición que obedecen a los procesos primarios de la asociación y de la permutación.
En un segundo momento (1968-69), empecé a estudiar los efectos de la grupalidad
psíquica en la organización de los procesos de grupo y a poner a punto el
modelo del aparato psíquico grupal, distinguiendo dos principales modalidades
de acoplamiento (isomórfico y homomórfico). Entonces amplié la extensión del
concepto articulando los grupos internos con la realidad propia del grupo.
En un
tercer tiempo, le otorgué una atención particular a las formulaciones
freudianas relativas a la representación de la psique como grupo y como actividad
de agrupamiento/desagrupamiento. Del Esquema hasta el final de su obra -y
especialmente en el momento de la construcción de la segunda tópica- el modelo
del grupo no dejará de constituir para Freud uno de los modelos más constantes
del aparato psíquico. A partir de estas investigaciones pude sostener que la
grupalidad psíquica es una noción original del psicoanálisis.
a. Grupos
internos y grupalidad psíquica
Precisemos
los conceptos. Desde mi punto de vista, el concepto teórico de grupo interno
puede describir formaciones y procesos intrapsíquicos desde el punto de vista
en que las relaciones entre los elementos que los constituyen están ordenados
por una estructura de grupo. Un grupo interno es una configuración de vínculos
entre pulsiones y objetos, sus representaciones de palabra o de cosa, entre
instancias, imago o personajes. En estas configuraciones de vínculos, el propio
sujeto se representa directamente o a través de sus delegados. Este abordaje
estructural de los grupos internos hace hincapié en el sistema de relaciones
entre elementos definidos por su valor de posición correlativa, reunidos y
ordenados por una ley de composición: la desviación diferencial entre los
elementos engendra la tensión dinámica de la estructura. Semejante sistema está
dotado de principios de transformación que movilizan diversos mecanismos
asociados con los procesos primarios: condensación, desplazamiento,
permutación, negación, inversión, difracción. Una propiedad funcional de los
grupos internos es su disposición de libreto y sintagmática, disposición
apropiada para dramatizar las colocaciones de los objetos y sus desplazamientos,
de acuerdo con apuestas de la acción psíquica por realizar, según las
necesidades de la dinámica y de la economía psíquicas.
En esta
definición, la estructura fundamental de los grupos internos define tanto los
fantasmas originarios como los sistemas de relación de objeto, el Yo, la
estructura de las identificaciones, los complejos y las imago, incluyendo la de
la psique, la imagen del cuerpo. Entre los grupos paradigmáticos, distinguí el
fantasma por dos razones: su concepción estructural describe perfectamente el
concepto de grupo interno; la relación de objeto recibe su consistencia del
hecho de ser referida a la fantasmática que la sostiene.
Yo había
propuesto al final de los años 60 la fórmula "El inconsciente estructurado
como un grupo": desde esa época me parecía necesario pensar la grupalidad
psíquica en su relación con el Inconsciente. Al proponer esta hipótesis,
sostengo un punto de vista diferente del de Pichon-Rivière: en lo que a mí concierne,
los grupos internos son formas de la grupalidad psíquica. No son el producto
exclusivo de la interiorización o de la internalización de los procesos intersubjetivos
o sociales. Las formas de la grupalidad psíquica están dadas por la estructura
de la materia psíquica. Se trata, por un lado, de estructuras intrapsíquicas
fundamentales, primarias o primordiales, que ya se encuentran ahí.
Si bien
le doy de este modo una consistencia a la formación y a la lógica endopsíquica,
no descuido el proceso intersubjetivo de la formación y de la función de
ciertos grupos internos. La tesis epigenética goza aquí de mi preferencia en la
medida en que acepta una eficiencia de la internalización a condición de que
existan estructuras previas que se activen y se auto-organicen en el movimiento
mismo en que son solicitadas. En estas condiciones, los grupos internos se me
presentan secundariamente como adquisiciones y creaciones, por incorporación o
introyección de los objetos perdidos y reconstruidos.
Precisé
esta perspectiva en mis dos últimas obras al tratar de mostrar que el análisis
de los grupos internos es el del proceso asociativo/disociativo en el cual el
sujeto organiza su actividad psíquica y la representa para sí mismo y para los
otros.
b. El
trabajo de la intersubjetividad y las alianzas inconscientes
Las
teorías de la relación de objeto no son teorías de la intersubjetividad;
apuntan a describir la relación de objeto desde el punto de vista en que es
constituyente del sujeto (del Yo, del self), pero no desde el punto de vista en
que el objeto de la relación de objeto es el término de un proceso de intercambio
psíquico, es decir que es, como sujeto otro, otro sujeto que insiste y resiste
en tanto que otro. "El otro es otro" escribe E.Levinas.
Término
de un intercambio quiere decir: de objetos de deseo, de figuración, de
mecanismos de defensa, donde uno garantiza los del otro para garantizar los
suyos propios. Este término implica una ley que regula las relaciones entre los
sujetos, vuelve posible el descubrimiento de la verdad de su historia en tanto
que es vínculo.
Esta
concepción del vínculo intersubjetivo como vínculo entre relaciones de objeto
de sujetos distintos permite articular esa relación. Lo que diferencia al
vínculo de la relación de objeto es que en el vínculo nos enfrentamos a lo del
otro. Estos "otros" no solamente son figuraciones o representantes de
las pulsiones, objetos parciales, representaciones de cosa y de palabra, del
sujeto mismo; son también otros irreductibles a lo que representan para otro.
Cuando me encuentro en un vínculo intersubjetivo, me tropiezo con algo del
otro, que no puedo reducir a mi representación: el objeto de la relación de
objeto no coincide exactamente con el otro, en tanto que es un objeto
irreductible al objeto de la relación de objeto, siempre más o menos marcado
con imaginario.
Inscribo
la cuestión del vínculo en el marco más general de una teoría psicoanalítica de
la intersubjetividad. El campo teórico por constituir está organizado por la
investigación de las estructuras y de los procesos psíquicos que se constituyen
en los puntos de anudamientos de las formaciones del inconsciente entre el
sujeto singular y los conjuntos intersubjetivos, por sus divergencias y los
límites de sus transformaciones. La metapsicología de este campo requiere de la
hipótesis de una tópica doblemente determinada, de una economía mixta de las
investiduras y de los intercambios, de una dinámica interferente y, si
admitimos este punto de vista, de una co-génesis (o de una co-epigénesis) de
estas formaciones y de estos procesos.
Para ser
más preciso, mencionaré dos áreas de investigación que mantienen el
cuestionamiento del lado de la hipótesis del inconsciente.
•La
noción de trabajo psíquico de la intersubjetividad: a partir de mis investigaciones
sobre el proceso asociativo y las funciones fóricas del porta-palabra y del
porta-síntoma, he llamado trabajo de la intersubjetividad al trabajo psíquico
del Otro o de más-de-un-otro en la psique del sujeto del inconsciente. Esta proposición
tiene como corolario que la constitución intersubjetiva del sujeto impone a la
psique ciertas exigencias de trabajo psíquico: imprime a la formación, a los
sistemas, instancias y procesos del aparato psíquico, y por consiguiente al
inconsciente, contenidos y modos de funcionamiento específicos. La noción de
trabajo psíquico de la intersubjetividad concierne entonces a las condiciones
en las cuales el sujeto del inconsciente se constituye.
•Las
alianzas inconscientes (alianzas, pactos y contratos): las alianzas inconscientes
son uno de los efectos del trabajo de la intersubjetividad. Aseguran funciones
específicas en el espacio intrapsíquico y, al mismo tiempo, sostienen la
formación y los procesos de los vínculos intersubjetivos que, a su vez, benefician
formaciones y procesos intrapsíquicos. Dicho de otro modo, las alianzas
inconscientes no se constituyen solamente para mantener inconscientes unas
representaciones de acuerdo con el interés conjunto y mutuamente garantizado de
varios sujetos, sellando así su vínculo; las alianzas mismas permanecen
inconscientes del mismo modo que los vínculos que en ellos se encuentran
fundados. Uno de los objetivos del trabajo psicoanalítico en los grupos consiste
en desligar, por medio del trabajo del análisis, estas alianzas necesariamente
producidas para y por el vínculo intersubjetivo grupal.
La
producción de síntomas compartidos tiene también la función y la finalidad
siguientes: sujetar a cada sujeto a su síntoma en relación con la función que
cumple en y para el vínculo. El síntoma recibe de allí un reforzamiento multiplicado.
Las alianzas inconscientes intersubjetivas cumplen en efecto en el más alto
grado la función de desconocimiento que viene con el síntoma. Si sólo tomáramos
en consideración la función económica y dinámica que cumple el síntoma para el
sujeto que lo produce inscribiéndolo en su historia singular y su estructura
propia, dejaríamos de lado su valor en la economía de los vínculos intersubjetivos:
no podríamos evaluar las investiduras que recibe por parte de sus sujetos para
que se mantenga sólido el vínculo, a un precio que remunera a la represión
mantenida en el otro y en cada uno en el marco de la alianza.
c. El
sujeto del grupo como sujeto del inconsciente
No
podemos no estar dentro de la intersubjetividad: es nuestra condición de
sujeto, en ella nos constituimos. La hipótesis básica sobre la que inicié mis
investigaciones sobre la cuestión del sujeto es que el psicoanálisis freudiano
sostiene una concepción intersubjetiva del sujeto del inconsciente. El psicoanálisis
requiere de la intersubjetividad como una condición constitutiva de la vida
psíquica humana; esta concepción no se puede oponer a la exigencia que asignó
inicialmente de tratar la vida psíquica del sujeto considerado en su singularidad
a partir solamente de sus determinaciones internas. El sujeto con el que se
enfrenta no es el sujeto social, sino el sujeto del inconsciente. Sin embargo,
y en ello reside la insistencia de mi investigación desde hace muchos años,
debemos integrar en el campo del psicoanálisis todas las consecuencias
teórico-metodológicas que derivan de la toma en consideración de la exigencia
de trabajo psíquico que impone a la psique, y especialmente a las formaciones y
a los procesos del inconsciente, la dimensión intersubjetiva del objeto. Precisamente
esta toma en consideración es lo que me condujo a proponer el concepto de
sujeto del grupo.
La noción
de sujeto del grupo se me presentó como necesaria para calificar ciertas
dimensiones del sujeto del inconsciente. El sujeto del grupo se constituye como
sujeto del inconsciente siguiendo dos determinaciones convergentes: la primera
se refiere a su sujetamiento al conjunto (familia, grupos, institución, masas...).
Se transmiten formaciones del inconsciente por la cadena de las generaciones y
de los contemporáneos; una parte de la función represora se apoya y adquiere
estructura (neurótica o psicótica) en ciertas modalidades de la transmisión
psíquica, por ejemplo, de acuerdo con modalidades fijadas por las alianzas, los
pactos y los contratos inconscientes; el proceso de cifrado, la formación del
Superyo y de las funciones del Ideal siguen también esta determinación
intersubjetiva.
La
segunda es tributaria del funcionamiento propio del inconsciente en el espacio
intrapsíquico. Ya he subrayado que los grupos internos no adquieren su
formación y su función solamente de la incorporación o de la introyección de
los objetos y de los procesos constituidos en los vínculos intersubjetivos y
trans-subjetivos, sometidos a un trabajo de transformación en el aparato psíquico
por la identificación y el apuntalamiento. Su formación resulta también de las
propiedades inmediatamente grupales de pensamientos reprimidos que, en tanto
que están separados de lo consciente y agrupados entre ellos en el
inconsciente, ejercen una atracción sobre los elementos aislados que se desprenden
del sistema Pcs-Cs.
El sujeto
del grupo se constituye como sujeto del inconsciente siguiendo dos
determinaciones: unas se refieren a su apertura del lado de la exigencia del
objeto, generadora de discontinuidad, y las demás se remiten a la exigencia
narcisista, generadora de continuidad.
El sujeto
del grupo es un sujeto estructuralmente dividido entre su realización en tanto
que individuo y su condición de eslabón, beneficiario, servidor y heredero de
una cadena intersubjetiva a la cual está sujetado. Esta división aumenta,
confirma o retoca la división del sujeto del inconsciente: estas dos divisiones
se sostienen mutuamente. La hipótesis de la grupalidad psíquica agrega más
particularidades a la situación conflictiva del sujeto singular-plural. El
sujeto singular-plural es simultáneamente múltiple y uno, consiste en el
acoplamiento de sus objetos, de sus pulsiones y de sus representantes. El
sujeto se constituye en la negociación de sus hiatos, en los compromisos que es
capaz de crear.
El
concepto de sujeto del grupo define un área y una economía de la conflictividad
psíquica en la cual se inscriben todos los componentes del conflicto y de la
división propios del sujeto del inconsciente. La conflictividad que lo divide y
lo lleva a buscar compromisos está por un lado inscrita en la intersubjetividad
y en las apuestas de las alianzas inconscientes. Pero el sujeto del
inconsciente, de manera idéntica al sujeto del grupo y al sujeto de la
grupalidad psíquica, está también siempre en conflicto, en división, en clivaje
o en compromiso para apuestas que le son propias: entre las exigencias que le
impone el movimiento que lo empuja a ser en sí mismo su propio fin, y las que
derivan de su estructura y de su función de miembro de una cadena intersubjetiva,
en la que es conjuntamente servidor, eslabón de transmisión, heredero y protagonista.
Según
esta perspectiva, supuse que la represión y la denegación ordenadas por las
exigencias intrapsíquicas se apuntalan sobre las exigencias de represión y de
denegación impuestas por las alianzas, los pactos y los contratos inconscientes
inherentes a la intersubjetividad. Por esto, y de acuerdo con modalidades
distintas, estas alianzas participan de la función represora y de la estructuración
del inconsciente .
El
proyecto de constituir la intersubjetividad como objeto teórico y como dispositivo
metodológico en el psicoanálisis no puede ahorrarse una doble metapsicología:
la del sujeto del inconsciente en tanto que es un "sujeto del grupo",
y la de los conjuntos intersubjetivos en tanto que forman y administran una
parte específica de la realidad psíquica. La puesta en perspectiva recíproca de
estos dos espacios parcialmente heterogéneos, dotados de lógicas y de formaciones
específicas, define el campo de una nueva clínica psicoanalítica localizable
tanto en la práctica de la cura individual como en la práctica del trabajo
psicoanalítico en situación de grupo.
III)
COMENTARIOS A LA
CONFERENCIA DEL DR. R. KAËS
A)
Comentario de la Dra.
Margarita Baz
Profesora
e investigadora titular
Coordinadora
de la Maestría
en Psicología Social de Grupos e Instituciones U.A.M. Xochimilco
"De
la psicología social al psicoanálisis: proyecto teórico de R.Kaës ¿opuesto o
complementario al de Pichon-Rivière?"
La
interesante conferencia del Dr. René Kaës que hemos escuchado sugiere una gran
cantidad de líneas de reflexión y de debate teórico. Ante el corto tiempo
disponible, optaré por tomar como eje de mis comentarios el título de la
conferencia, y, más específicamente, el subtítulo que lo acompaña ("De la
psicología social al psicoanálisis"). A nadie que conozca el pensamiento
de Enrique Pichon-Rivière se le puede escapar que tal frase es una paráfrasis,
o mejor aún, una inversión del nombre del conocido texto "El proceso
grupal: del psicoanálisis a la psicología social" del autor argentino. Y
vale la pena aclarar que el título de dicho texto no es tan sólo un nombre
pertinente para su famosa compilación de trabajos y artículos diversos, sino
una frase que verdaderamente resume lo que fue el proyecto de su vida. En ese
contexto, resulta muy sugerente que el Dr. Kaës se ocupe de analizar tanto los
puntos de contacto como los de fuga y distanciamiento del proyecto
teórico-clínico de Pichon, en un ámbito -éste de la UAM-X - que ha sido un
terreno fértil para el estudio y la investigación del campo grupal. Tenemos,
por ejemplo, un programa de posgrado que funciona tanto a nivel de maestría
como de doctorado, en cuya fundamentación teórica ha tenido un lugar
significativo la concepción operativa de grupo originada en Pichon, como
también el psicoanálisis, sin cuyos aportes sería impensable el abordaje de los
procesos de la subjetividad colectiva, objeto de estudio del programa, el que
fue finalmente nombrado -luego de titubeos y de explorar distintas opciones-
como "psicología social de grupos e instituciones". Dar un nombre a
un proyecto (como a un nuevo ser) es un acto que está lejos de ser casual o
irrelevante; lo común es que el producto sea más o menos fallido (siempre hay
algo más que quisiera ser dicho), pero finalmente resulta ser una solución de
compromiso (inter e intrasubjetiva) donde se juegan concepciones, afiliaciones
imaginarias y transferencias. Más aún cuando en ese acto fundador se quiere
marcar una diferencia, que en el caso que nos ocupa se refiere a un
distanciamiento radical con una psicología social que se ubica en la tradición
-sea interaccionista, sea de dinámica de grupo- que desconoce la hipótesis del
inconsciente y que reduce su estudio al campo empírico de los pequeños
colectivos separándose su comprensión de los procesos de producción de lo
social-histórico. Bien, sorprendentemente, hay una coincidencia esencial entre
nuestra crítica a las corrientes de la psicología social tradicional y la
ruptura que enuncia la llamada "escuela francesa de psicoanálisis
grupal" (representada en forma destacada por D.Anzieu y por nuestro interlocutor,
el Dr. Kaës) respecto a tales concepciones de grupo que se ubican fuera del
campo del psicoanálisis. Entonces, el sugerente enunciado del Dr. Kaës:
"de la psicología social al psicoanálisis" no está tan claro, porque
¿de qué psicología social estamos hablando? Si seguimos su razonamiento, encontramos
que lo que plantea es un alejamiento total de las concepciones de grupo que no
trabajan con la noción de inconsciente y, como consecuencia, establece la
necesidad de "romper con la psicología social para hacer entrar al grupo
en el campo del psicoanálisis". Entonces, lo que René Kaës expresa es una
decidida reivindicación de la problemática grupal como cuestión fundamental
para el psicoanálisis. Su tesis es que desde el origen del psicoanálisis la
cuestión del grupo estuvo presente, si bien el asumirlo plenamente fue motivo
de resistencia, negación y aversión. El encuentra en el pensamiento de Freud la
noción de la psique como grupalidad, antes aún que el uso del término grupo
como organización de vínculos intersubjetivos. Su gran aporte ha sido
desarrollar psicoanalíticamente la cuestión del grupo, en sus múltiples
dimensiones: teórica, metodológica, clínica, institucional y epistemológica,
trabajo al que ha dedicado al menos 25 años de estudio e investigaciones,
cumpliendo una destacada trayectoria que varios de los investigadores del campo
grupal e institucional de la
UAM-X seguimos con enorme interés. Sin embargo, y si sigo
rondando el título de la conferencia de hoy, no encuentro un pasaje equivalente
-aunque fuese en sentido contrario- al movimiento interno que refleja el
proyecto de Pichon-Rivière con su pasaje "del psicoanálisis a la
psicología social". Para Kaës, el juego de palabras aludido con "de
la psicología social al psicoanálisis" es reiterar su convicción de la
pertinencia de la cuestión grupal para el psicoanálisis y marcar -una vez más-
su diferencia con otros enfoques -no psicoanalíticos- acerca del grupo.
Pichon-Rivière, en cambio, habla de un pasaje de un campo del saber a la
construcción de otro, que si bien abreva del primero, representó una ruptura
con posiciones teóricas y afiliaciones muy significativas, en la medida en que,
hasta entonces, se había entregado al psicoanálisis con auténtica pasión, y una
apertura epistemológica implicó vislumbrar un campo problemático que requería
los aportes teóricos de otras disciplinas aparte del psicoanálisis. Se dio la
posibilidad de transitar con libertad por las fronteras disciplinarias,
anticipando lo que hoy muchos intelectuales consideran como la perspectiva
epistemológica más congruente en el campo de la subjetividad social. Más aún,
su misma noción de aprendizaje, revela su concepción abierta a la incertidumbre
como condición de pensamiento y creatividad y, correlativamente hay una denuncia
permanente de los obstáculos que representan los mecanismos de naturalización y
totalización en las representaciones de la trama social. Todo ello fue parte de
sus aportes a la construcción del campo de la psicología social, donde ubicó al
grupo como el objeto privilegiado de análisis e intervención. En una
"rendición de cuentas definitiva", reconoció el costo que le significó
el alejamiento de la concepción ortodoxa que se había institucionalizado dentro
del campo psicoanalítico. "Esa ruptura, lo he reconocido, significó.. una
aguda crisis que me llevó muchos años superar... y que quedó resuelta con la
publicación de mi libro Del psicoanálisis a la psicología social..". Tuvo
la audacia (como Foulkes y Bion en Europa) de ser pionero en el abandono de una
postura dentro del psicoanálisis que se resistía a aceptar al grupo como objeto
de su pertinencia y sobre todo que descalificaba a todo tipo de dispositivos
metodológicos que se alejaran de la cura-tipo. Su trabajo teórico y práctico lo
llevó a salir del campo psicoanalítico (si bien nunca dejó de pensar con el
psicoanálisis). René Kaës, por su parte, se ubica en todo momento en dicho
campo y considera que la cuestión grupal es esencial al psicoanálisis. Tal es
su apuesta y un proyecto teórico prioritario. Volviendo al maestro argentino,
es importante ubicar que su compromiso básico fue con una praxis que
contribuyera a la transformación social a través del desarrollo de instrumentos
conceptuales y operativos que permitieran llevar adelante la crítica de la vida
cotidiana. El pasaje del psicoanálisis a la psicología social en Pichon-Rivière
se fundamenta en una decisión irrevocable para operar como psicólogo en el
campo social. Se ubicó así como psicólogo social antes que como psicoanalista,
pero hay que recordar que siempre reivindicó a Freud como el fundador de la
psicología social. Como ha dicho un colega uruguayo, Pichon desarrolló su
teorización acerca de los grupos con el psicoanálisis pero no desde el psicoanálisis.
Pichon dice "La psicología social que postulamos tiene como objeto el
estudio del desarrollo y transformación de una realidad dialéctica entre
formación o estructura social y el fantasma inconsciente del sujeto, asentada
sobre sus relaciones de necesidad". Evidentemente, en este proyecto de
psicología social están presentes el marxismo y el psicoanálisis como dos pilares
teóricos, y dos "objetos": ser humano y sociedad cuya relación se
postula. Esta perspectiva, que compartió con otros pensadores de su época,
reflejan su profundo compromiso con el devenir de la sociedad. En efecto, una
de sus grandes preocupaciones fue fundamentar la capacidad operativa del
psicólogo en el campo social; el dispositivo metodológico por él creado y la conceptualización
que lo sustenta, revela sus aportes excepcionales como también algunas de sus
limitaciones. Como bien lo señala el Dr. Kaës, la utilización de ciertas
categorías provenientes, por ejemplo, del pensamiento de Kurt Lewin o de
Georges Mead, que pueden tener un valor descriptivo nada despreciable, tal vez
obturó la patente necesidad de problematizar la noción de "mundo
interno", es decir de desarrollar una metapsicología de la grupalidad,
aspecto justamente en el que las investigaciones de René Kaës representan uno
de los aportes más importantes en los últimos años en el campo de lo grupal.
Algunos aspectos problemáticos de la teorización pichoniana se vinculan a la
noción de "necesidad", que aparece en el intento de vincular el
"mundo interno" con la estructura social y que aparece paralela a la
evasión del tema de las pulsiones y el registro de la sexualidad. La noción de
"grupo interno" o "mundo interno" es interesante en la
medida en que lo perfila como drama, como escenario de múltiples juegos
vinculares. No obstante, es evidente que la relación entre el sujeto y el
mundo, y su noción de salud mental como "adaptación activa a la
realidad", y varias otras nociones claves en su concepción como son
"horizontalidad", "verticalidad", etc., hoy demandan una puesta
a prueba en términos metapsicológicos y de revisión de las categorías de lo
"externo" y lo "interno". Ahora bien, junto a las nociones
pichonianas de vínculo, de grupo, grupo interno y portavoz que ha analizado
René Kaës en su conferencia, yo quisiera señalar dos que no han sido destacadas
y que considero aportes fundamentales del pensamiento de Pichon. Me refiero a
la de emergente (que debe ser distinguido de la de portavoz) y la de tarea. La
primera es fundamental para entender las tramas grupales e institucionales, lo
transindividual, que resulta excluido o no visible desde aproximaciones que
sólo toman en cuenta la positividad, lo manifiesto u observable. Esta noción,
acuñada en el trabajo de Pichon relativo al grupo familiar y el sujeto que
enferma, derivó en un punto clave para trabajar la problemática de la lectura y
la interpretación de los procesos grupales. Por su parte, la noción de tarea,
es un elemento esencial del dispositivo metodológico del grupo operativo. Como
ha señalado A.Bauleo, la tarea "además de posibilitar y establecer parte
del contrato, alianza o encuadre del desenvolvimiento del grupo, es al mismo
tiempo una metáfora. Es decir, que habla y se trata de una cuestión que nadie
en realidad conoce, ya que la visión final dela misma en nada concordará con la
inicial". Preguntarse por la tarea es apuntar a la comprensión de las
fuerzas instituyentes del grupo. Permite develar la tensión irreductible entre
lo singular y lo colectivo. En nuestro opinión, la trascendencia del pensamiento
de Pichon-Rivière está no sólo en la fuerza y la creatividad de sus
señalamientos críticos y de sus desarrollos teóricos y metodológicos, sino
también en su capacidad formadora y multiplicadora de inquietudes conceptuales
y operativas para abordar el campo de la psicología social. Por su parte, los
aportes contemporáneos de Kaës desde el psicoanálisis, que ha puesto en
perspectiva recíproca a la grupalidad intrapsíquica y al grupo en el sentido
intersubjetivo, ha abierto nuevos caminos a la investigación de lo grupal y ha
propuesto distintas hipótesis imprescindibles de ser tomadas en cuenta en la
exploración de la subjetividad y su dimensión grupal e institucional. No nos
resta más que agradecer la oportunidad de este intercambio académico con
nuestro distinguido visitante.
B)
Comentario de la Dra.
Silvia Radosh Corkidi
Profesora
e Investigadora de la
Maestría en Psicología Social de Grupos e Instituciones, UAM
- X.
Agradezco
la invitación del Dr. José Perrés y de la U.A .M. y me siento privilegiada, de intentar
comentar la conferencia del Dr. René Kaës. Privilegiada porque admiro desde
hace ya largos años (17), el cuidadoso y profundo trabajo de Kaës, en sus
valiosas aportaciones al "trabajo Psicoanalítico Grupal", así como al
"Individual". Me ha apoyado (sin él saberlo) en la docencia, en la
investigación, en mi trabajo clínico grupal e individual, así como también en
trabajo de grupos y seminarios de formación; por lo tanto este comentario no
sólo alude a la conferencia de hoy, sino que también abarca algunas de las
reflexiones que me han sugerido sus anteriores textos, en todos estos años.
El
trabajo psicoanalítico en los grupos terapéuticos (sobre todo), efectivamente
nos llevó a pensar, junto con el estudio de la obra de Freud, de Lacan y de los
psicoanalistas grupales, que el aparato psíquico llamado
"individual", no era tal, no porque no existan las singularidades,
sino por estar conformado grupalmente, en y por la intersubjetividad . Esto que
era balbuceado por mi y otros compañeros, en algunos trabajos nuestros, lo
encuentro expresado en forma clara, minuciosa y rigurosa, en los trabajos del
Dr. Kaës. También debo decir que los autores que él menciona, fundamentalmente
de la escuela inglesa Foulkes, Ezriel, Bion; nos guiaron en el intento de
comprender los fenómenos inconscientes que se dan en los grupos y el
"objeto Grupo"; así como lo que ya nosotros llamábamos "La Escuela Francesa
de Psicoanálisis Grupal", que además del Dr. Kaës, contaba con Anzieu,
Bejarano, Missenard, Pontalis y por supuesto también la "Escuela
Argentina", que nos llegó por textos y por psicoanalistas mexicanos
formados allá (por ejemplo el Dr. José Luis González Ch.) y psicoanalistas
argentinos radicados en México, de quienes tuvimos la oportunidad de ser
analizados (tales como la
Dra. Frida Zmud pionera del Análisis Grupal en México y la Dra. Gilou Royer de
García Reynoso); en los textos destacaron Pichon Rivière a la cabeza y una
serie importante de investigadores de las intrincadas relaciones de lo grupal,
lo psicoanalítico y lo social; por nombrar sólo algunos: E, Pavlosky, Ana Ma.
Fernández, J.C. De Brassi, etcétera.
Lo que
Kaës nos aporta en sus últimos trabajos, es múltiple y provocador; no da el
tiempo, ni el espacio para abarcarlo, pero tratando de reducirme, hablaré de lo
que a mí más me interesa: El "Modelo del Aparato Psíquico Grupal";
(ficción eficaz, o metáfora), sería aquello que se organiza y desarrolla en el
grupo, como realidad psíquica específica de grupo, a través del "acoplamiento"
o "ensambladura", entre las subjetividades singulares, o sea,
formaciones y procesos del inconsciente, movilizados precisamente por el agrupamiento
de sujetos singulares. El aparato psíquico grupal (cito) "es la
construcción psíquica común de los miembros de un grupo para construir un
grupo". Debemos diferenciarlo de lo que es grupal en el aparato psíquico
individual, lo que en nosotros es grupalidad, pues "el inconsciente -dice
Kaës parafraseando a Lacan- esta estructurado como un grupo"; esto último
me parece de sus aportaciones fundamentales; el resto es excelente como
desarrollo a profundidad de los planteamientos de Bion, que hablaba de
"mentalidad grupal, valencia, cultura de grupo" y la organización y
unión del grupo por lo que el llamaba "supuestos básicos" y
"grupo de trabajo". Por supuesto Kaës desmenuza y aclara lo que la
realidad psíquica contiene de grupal, y sobre todo las diversas modalidades de
los vínculos, cuya observación e investigación nos permite apreciar "el
trabajo psíquico de mantenimiento y transformación de las funciones y formaciones
psíquicas comunes a los miembros del grupo: ideales, referencias identificatorias,
representaciones compartidas y autorepresentaciones de grupo, mecanismos de
defensa comunes, pactos contratos y alianzas inconscientes; funciones de
representación y delegación, funciones co-represoras y de facilitación del
retorno de lo reprimido". Kaës distingue en los grupos,
"organizadores psíquicos inconscientes" (con dos modalidades:
"los organizadores intrapsíquicos de agrupamiento" y los
organizadores inter o trans-psíquicos grupales y los organizadores
socio-culturales). Hay que destacar que Kaës ya decía en 1976, que sus
hipótesis eran guiadas por la atención que él daba a la doble organización
psíquica y social en los grupos y definía a los organizadores socio-culturales
como "...el resultado de la transformación, por el trabajo de lo social y
de la cultura, de los núcleos inconscientes de la representación del grupo
(...) El modelo socio-cultural de la grupalidad viene a dotar de un sello de
verosimilitud y de legitimidad al modelo psíquico inconsciente del objeto grupo
(...) Ninguna representación del grupo es eficaz en el proceso grupal, si no se
halla en condiciones de ser doblemente referida a organizadores psíquicos y a
organizadores socio-culturales; las representaciones sociales del grupo,
abarcan elaboraciones colectivas de la realidad psíquica interna; las
representaciones están caracterizadas por el yo y contribuyen a la construcción
de modelos ideales del objeto-grupo en el psiquismo". (El Aparato Psíquico
Grupal).
No puedo
seguir citando al propio Kaës, ya que afortunadamente lo tenemos aquí, pero lo
que quiero decir en realidad, es que encuentro algunas contradicciones, entre
lo anterior y lo actual, o hay algo que no comprendo:
1.-
Cuando dice que los "grupos internos" "son formas de la
grupalidad psíquica" (que los distingue de la propuesta de Pichon, pues
éste nombra al grupo interno como lo "psicosocial" y lo
intrasubjetivo y al grupo externo como lo sociodinámico e intersubjetivo) y que
"no son el producto exclusivo de la interiorización o internalización de
los procesos intersubjetivos o sociales", al decir no exclusivo ¿está
planteando que sí, de algún modo?.
2.-
Cuando añade que las formas de la grupalidad psíquica son dadas por la
estructura de la "materia psíquica", mi pregunta sería: ¿de qué se
conforma la materia psíquica?
3.-
"Los personajes, los fantasmas originarios, las representaciones de
palabra y de cosa, las imagos, las identificaciones, los ideales, el Super-Yo,
el Ideal del Yo", ¿cómo se estructuran, de dónde provienen?.
4.- Si
vienen de un otro, y de más de un otro, y del Otro (inconsciente, cultura,
lenguaje, ley), si los grupos internos y la realidad psíquica, se han
conformado en y a través de las relaciones sociales, ¿cómo podemos apartar
estos "otros" de la vida social ?.
5.-
¿Porqué el Sujeto del Inconsciente y el Sujeto del Grupo, no es también un
Sujeto Social?. Si el mismo planteaba, repito: "el resultado de la
transformación por el trabajo de lo social y de la cultura, de los núcleos
inconscientes de la representación del grupo", Kaës nos advierte que no
esta hablando de un "sujeto social, porque éste se define por su sumisión
al orden de los procesos y de las funciones sociales; ¿pero esta sumisión al
orden no forma parte (si, desde luego transformada) del aparato psíquico?.
6.-
También nos dice: "Ninguna de estas proposiciones implica referencia al
concepto de sujeto colectivo, porque con este concepto salimos del campo del
psicoanálisis y entramos en el de lo social (de las relaciones sociales de producción)
de lo político (de los actos de poder) y de lo jurídico (de la institución de
las leyes y su aplicación)". Y, en el texto anteriormente citado (repito)
"las representaciones sociales del grupo abarcan elaboraciones colectivas
de la realidad psíquica interna". ¿Todo esto me pregunto, no forma parte
de nuestras representaciones?; ¿El poder, por ejemplo, fundamental en la
intersubjetividad, no conformará parte de nuestros fantasmas?.
7.- Si el
Sujeto del Grupo, se constituye como Sujeto del Inconsciente, según dos
determinaciones convergentes, en la que la primera consiste en su sujeción al
conjunto (familias, grupos, instituciones, masas); ¿Cómo podríamos evitar el
nombrar todo eso como sujeto social?.
8.-
"... si el organismo no puede considerarse más en estado aislado, sino en
una interacción con el entorno", y Freud nos dice que la pulsión apunta al
objeto, pero basada "en una relación de co-apuntalamiento con los objetos
de la madre"; ¿cómo podemos imaginar al sujeto social fuera de toda esta
conformación?; ¿La madre, no es un sujeto social?.
No
encuentro la forma de aislar como ente abstracto o solamente teórico, al sujeto
del inconsciente y al sujeto del grupo y a lo que ellos dependen -en su
formación- de las relaciones intersubjetivas de los sujetos sociales. Mas bien
podría decir que los encuentros de Kaës, de las funciones fóricas, el
desarrollo del aparato psíquico grupal; el desmenuzamiento de lo que conforman
los grupos internos; el que nos confirme la grupalidad de lo intrapsíquico,
cuidadosamente analizado en el marco de la teoría psicoanalítica, me imponen la
necesidad de seguir buscando y conceptualizando, precisamente los anudamientos
que van construyendo el aparato psíquico, a través de la intersubjetividad, en
el sujeto social.
Los
psicoanalistas grupales hemos sufrido una especie de "terrorismo epistemológico,
en cuanto a la aplicación de la teoría psicoanalítica al campo grupal, y peor
aún, cuando tratamos de explicar, cómo, éstos fenómenos inconscientes que se
dan en los grupos, también participan de los fenómenos sociales e institucionales,
precisamente porque éstos han conformado lo intrapsíquico. Coincido con Kaës
cuando dice "Mi cuestión es comprender cómo nos constituimos como sujeto
del inconsciente en la relación con el otro" y también encuentro apoyo
cuando Lacan plantea: ¿"No es acaso sensible que un Levi-Strauss
sugiriendo la implicación de las estructuras del lenguaje y de esa parte de las
leyes sociales que regula la alianza y el parentesco, conquista ya el terreno
mismo en el que Freud asienta el inconsciente?.
C)
Comentario del Dr. José Perrés
Profesor
e Investigador Titular de la
UAM-X
Profesor
de la Maestría
en Psicología Social de Grupos e Instituciones
Organizador
y Coordinador General de la semana de actividades "René Kaës en
México"
En primer
lugar quisiera agradecer al Dr. René Kaës por su presencia en México y en la UAM , Xochimilco, y por su
conferencia, tan significativa y tan rica en contenidos, abriéndonos múltiples
líneas de reflexión. A través de ella hemos podido apreciar tanto el desarrollo
histórico de la reflexión psicoanalítica sobre grupos, a nivel internacional,
el lugar de la "escuela francesa", así como -dentro de ella- la
especificidad del pensamiento de nuestro huésped en la materia quien, como
riguroso investigador, ha efectuado durante las tres últimas décadas aportes
tan fundamentales como irreversibles para pensar psicoanalíticamente el
concepto de "grupalidad psíquica". Se abre así al Psicoanálisis el
riguroso estudio de dos espacios heterogéneos y complejamente articulados,
anulados entre sí, a modo de un sutil y efectivo entramado: el de la
intrasubjetividad y el de la inter/trans-subjetividad, generándose así una
nueva comprensión metapsicológica sobre la constitución del sujeto del inconsciente
en la intersubjetividad, apuntalado inicialmente sobre el sujeto del grupo,
primero en constituirse. A nadie se le escapa, seguramente, que este hecho reviste
un sinnúmero de consecuencias, en todos los niveles de análisis: tanto en la
dimensión metapsicológica, como en la clínica, la técnica, la psicopatológica,
la epistemológica y aun la ética.
Muchas
son entonces las líneas que desearía poder debatir con el Dr. Kaës, en cada
una, y en todas, esas dimensiones de análisis. La brevedad del presente
comentario me lo impiden, pero no dudo que en la semana de actividades que
inicia hoy el Dr. René Kaës con nosotros, tendremos ocasión de penetrar en muchas
de ellas y reflexionar, conjuntamente con él, sobre sus alcances, tanto para el
propio Psicoanálisis, como para otras ciencias sociales.
Deberé
conformarme con seleccionar tan sólo una línea, en la presente oportunidad
aunque inevitablemente de modo somero y falto de los matices aclaratorios
necesarios. Seleccionaré un problema epistemológico ya que, como muchos de
ustedes saben, ha sido una de mis preocupaciones esenciales en los últimos
años: entender la especificidad de la epistemología del psicoanálisis, como
interna a esta disciplina y, por extensión, qué significa producir conocimiento
en ciencias sociales.
He
insistido mucho, en diversos libros publicados, que no es posible hacer una
lectura epistemológica en ciencias sociales que no contemple al unísono, como
dos caras de la misma moneda, lo que desde H.Reichenbach se ha dado en llamar
el "contexto de justificación" y el "contexto de descubrimiento".
El segundo, profundamente despreciado por todos los empirismos y positivismos
de la historia, apunta más a lo que tradicional pero equívocamente se conoce como
"sociología del conocimiento". Estaríamos cerca de la forma en que,
desde el análisis institucional, se ha hablado de "génesis teórica" y
"génesis social" de los conceptos. Pero, y ahí mi crítica a esa
postura, manteniéndolas separadas desde su misma denominación, sin entenderlas
como dos caras de una misma moneda: el abordaje epistemológico, siempre
histórico, y necesitadas entonces de ser estudiadas conjuntamente, tanto en sus
complementariedades, articulaciones, interrelaciones, como en sus disyunciones,
sus zonas de tensión y distanciación. O si se quiere, en términos de R.Kaës,
analizar los isomorfismos y los homomorfismos de esos dos espacios epistemológicos
heterogéneos, diferenciados pero inseparables, para arrojar una luz
epistemológica menos reductora sobre la producción de conocimientos.
¿Por qué
éste preámbulo al parecer tan general y tan poco específico? Porque, desde mi
punto de vista, hay una eje central estructurante en la diferenciación que ha
mostrado detalladamente el Dr. Kaës entre su pensamiento y el de
E.Pichon-Rivière, pese a estar utilizando -tan sólo aparentemente- términos
semejantes (teoría del vínculo, teoría del sujeto, grupo interno, portavoz, etcétera)
pero encuadrados en investigaciones y en marcos teóricos diferentes y a menudo
irreductibles entre sí. Concuerdo plenamente con Kaës cuando dice que las
investigaciones respectivas estaban referidas a campos epistémicos diferentes.
Pero no eran solamente "contextos de justificación" diferentes, en
cuanto a los cuerpos teóricos a partir de los cuales se investigaba, sino -y
esto es lo esencial a mi entender- "contextos de descubrimiento"
diferentes, a partir de variables socio-histórico-cultural-implicacionales
diferentes que separaron radicalmente a un investigador europeo y a un
investigador latinoamericano en los años sesenta, a partir de realidades y compromisos
sociopolíticos totalmente diferentes e irreconciliables.
Es obvio
que lo dicho no constituye una novedad, y el propio Kaës lo indica en forma
tangencial en su conferencia de hoy al decir, en relación a Pichon-Rivière:
"ciertas dimensiones políticas podrían esclarecer su obra: su interés por
la psiquiatría social, por la formación de adultos, la didáctica, expresan al
hombre y el contexto social y político de esta región de América Latina".
Pero desde mi punto de vista este hecho, una cara de la moneda en torno a la producción
de conocimiento sobre los procesos grupales, se constituye en explicación
esencial de la otra cara de la moneda.
Siempre
producimos conocimiento, o intentamos hacerlo, a partir de una lucha contra
quienes representan lo que queremos superar, trascender, subvertir. Lo sepamos
o no, como investigadores siempre creamos un interlocutor imaginario a quien
dirigimos lo que escribimos. ¿Cuáles eran los "enemigos teóricos" de
Pichon-Rivière en ese momento, como lo eran también para toda una generación,
en mi caso como alumno de entonces, formado precisamente como psicoanalista con
muchos de aquéllos que subvertían, por razones ideológicas y no teóricas, el
orden psicoanalítico tradicional al romper con la Asociación Psicoanalítica
Argentina, y con ello con los valores de la International
Psychoanalytical Association?
Lo que
era primordial, por encima de todos los demás valores, en una situación
político-social efervescente que se sentía en América latina como
pre-revolucionaria, era el cuestionar permanentemente cuál era la
responsabilidad histórico-social del profesional, del trabajador
"Psi" en nuestro caso. Tal vez no resulte fácil entenderlo para
aquéllos que no han tenido que vivir ese tipo de polarización extrema a que, a
veces, nos somete la Historia.
Pero en situaciones límites, a nivel político, sólo se puede
tomar partido para no sentirse internamente como traidor a sus propias ideas,
para reafirmarse grupalmente en la mirada de los otros y para poder ser. En
esos momentos la dimensión ideológica-política se convierte en esencial por más
que sepamos, especialmente por los trabajos de R.Kaës sobre el tema, la función
regularizadora que asume la ideología, preservadora de una unidad imaginaria de
lo grupal, ante el horror que produce la falta. Kaës nos ha mostrado también,
en sus libros, que el Terror de Estado busca desarticular los procesos de
pensamiento. El terror -nos dice- no puede ser reprimido ni proyectado ni
ligado a representaciones de cosas y de palabras. Pero pensamos que en situaciones
amenazantes extremas (guerra, persecuciones políticas, religiosas, étnicas,
reclusión en campos de concentración, tortura, ocupación militar extranjera,
etcétera) el terror pude llegar a ser controlado, mantenido a raya, en función
de la creación de un "nosotros" ideológico, una grupalidad
imaginaria, en la que estamos unidos y somos todos Uno, desapareciendo las
diferencias. Esta grupalidad nos protege por el apuntalamiento compartido de
los narcisismos amenazados. A través del grupo ideológico se supera la
individualidad y se acepta aun la idea de la propia muerte ya que podemos
seguir viviendo en los otros, en los que siguen luchando por la
"causa". Y en ese caso nos sentimos un necesario y valioso eslabón de
un conjunto que nos trasciende y da sentido a la vida y a la propia muerte que,
frente al absurdo y a la sinrazón, puede cobrar significación en un orden
simbólico.
Y en
aquella década se estaba con la revolución o contra ella, con la dictadura
militar o contra ella, sin lugar para los términos medios, aun poniendo a riesgo
la propia estabilidad, material y psíquica, la seguridad o la misma vida. Polaridad
con tintes maniqueístas, sin duda, entre "buenos" y "malos"
(los western de nuestra infancia) pero que daba sentido a la vida, a la lucha,
al trabajo, aun al profesional e intelectual, que sólo podían ser leídos desde
esa polaridad.
En ese
contexto social, de emergencia histórica de un tercer freudo-marxismo
militante, eran bienvenidas, y esperadas todas las lecturas fronterizas, interdisciplinarias,
que buscaban articular las dimensiones psíquicas y las sociales: en especial,
el marxismo y el psicoanálisis. No corresponde analizar aquí las opciones
políticas de Pichon y su concepción de militancia y cambio social, pero se
propuso manifiestamente transitar desde el Psicoanálisis hacia la Psicología Social ,
entendiendo a ésta como una forma de cambiar la sociedad, amparada por un
marxismo (Materialismo Histórico, que en ese momento era entendido como la
"ciencia de la historia") que, en todos los niveles (político y
social, pero también teórico) significaba una legalidad indiscutible y la
definitiva esperanza de cambio social revolucionario.
¿Qué
pasaba en Francia mientras tanto? El Dr. René Kaës lo muestra claramente en su
conferencia. Cito: "Había que romper con la psicología social para hacer
entrar, en forma imperativa, el grupo en el campo del psicoanálisis, porque en
Francia, a principio de los años 1960, las aproximaciones fronterizas eran
particularmente fustigadas en ese dominio y sospechosas de derivaciones
extrapsicoanalíticas".
Recordemos
a Foucault cuando dice en Las palabra y las cosas: "¿Cómo hacer para que
el hombre piense lo que no piensa? cómo acercarse a todo el horizonte
silencioso de lo que se da en la extensión arenosa de lo no pensado?"
¿Qué era
entonces lo que se podía pensar en Francia, psicoanalíticamente, en ese
momento? Todo lo que no revistiera visos de "conocimiento
fronterizo", que fuera esencial y rigurosamente psicoanalítico, bajo pena
de ser mal visto por el contexto, por los referentes sutiles de qué constituye
investigar en cada momento, históricamente determinado, y dependiente de la
estricta mirada de la "institución psicoanalítica" en su sentido más
amplio, que nos atraviesa a todos los habitantes de ese extraño mundo
"Psi". Nuevamente, entonces, la necesidad del referente grupal e
institucional: ser sujeto en el grupo, para existir. En Argentina en cambio, la
mirada reprobatoria era otra: la de toda una sociedad anhelante de cambios
estructurales socio-político-económico-culturales, y todo aquél que solamente
(subrayado este solamente) pensara desde el psicoanálisis kleiniano (único
referente psicoanalítico posible, en la época), a partir de una fantasmática
muy especial que escindía definitivamente el mundo interno de la realidad
socio-histórico-política que nos tocaba vivir, a partir de una lectura
instintivista biologista (y no pulsional, como parece indicarlo Kaës en su
conferencia), en la que se perdía la especificidad del registro de lo psíquico
en su inserción social, no dejaba de ser indirectamente un traidor a la causa
revolucionaria.
Para
terminar traeré un sólo ejemplo muy claro de cómo en Francia también se dieron
fuertes reduccionismos teóricos a partir de causas que remitirían claramente al
contexto de descubrimiento y no al de justificación de los conceptos.
Recordemos tan sólo como R.Laforgue, fundador del órgano oficial de la Sociedad Psicoanalítica
de París, la Revue
Française de Psychanalyse rechazó vehementemente a que se
pusiera el nombre de Freud en ella, todavía en vida del maestro vienés. Se daba
entonces la paradoja que se podía validar -en la línea abierta por una famosa
obra de R. Dalbiez- el "método psicoanalítico", sin aceptar lo que se
consideraban eran las "doctrinas" de Freud, negadas o renegadas en su
valor de Teoría Psicoanalítica constitutiva de la práctica psicoanalítica.
¿Cómo entender ese hecho y otro muy vecino, el que no haya habido sino hasta
hace pocos años una edición completa de la obras de Freud traducidas al
francés, cuando en español las tenemos desde la década del 20? El Dr. Kaës nos
dará su opinión a continuación, pero me pregunto si no será posible explicarlo
a partir de la fuerte rivalidad francesa con toda la cultura germana, basada en
hechos geopolíticos: la enemistad histórica entre Francia y Alemania y los ríos
de sangre derramados entes esas dos naciones en innumerables guerras a través
de los siglos?
Dr. René
Kaës, quisiera preguntarle entonces: ¿podemos pensar epistemológicamente la
producción de conocimientos, el contexto de justificación de los conceptos, si
no meditamos profundamente, al unísono, sobre sus complejas articulaciones -en
forma de complementariedad y disyunciones, de isomorfirmos y de homomorfismos-
con el contexto de descubrimiento de los mismos? ¿Qué importancia le daría Ud.,
por ejemplo, a la línea de ese brillante sociólogo francés E.Morin, en sus
intentos generados a través de décadas de su producción, de reflexionar
epistemológicamente, a partir de una "epistemología de la complejidad"?
Ésta supone, precisamente, romper con las ilusiones disciplinarias, trabajar a
partir de lo que por mi parte, he denominado "el estallido de las miradas
disciplinarias". No se trata, claro está, de retornar a peligrosos
eclecticismos o de perder el rigor conceptual de la investigación, sino de no
olvidar que no podemos nunca, en una epistemología de la complejidad, dejar de
lado la contradicción, los márgenes de incertidumbre, los agujeros de nuestro
pensamiento, y el hecho evidente que no hay realidad social -por tanto humana-
que pueda comprenderse tan sólo de manera disciplinaria y unidimensional.
Muchas
gracias.
III)
BREVE CONTESTACIÓN DEL DR.KAËS A LOS COMENTARISTAS
(Traducción:
José Perrés)
Les
agradezco mucho su generosidad, estoy verdaderamente muy conmovido por el nivel
y la calidad de las preguntas que se han suscitado por la conferencia y, más
allá de la conferencia, por todo el trabajo que la precedió. Por eso me
gustaría en primer lugar agradecer personalmente a cada una de las personas que
intervinieron, pero también a todos ustedes como conjunto, porque creo que
constituyen una comunidad de interrogación.
Solamente
me podré limitar a algunas respuestas parciales. Dra. Baz, me emocionó mucho lo
que usted dijo de la ruptura epistemológica y su carácter doloroso. Quiero
decir que hace poco hice un homenaje especial a Pichon Rivière en una revista
especializada francesa y a toda la avanzada teórica y práctica que él aportó a
nuestras investigaciones. La cuestión a la que quiero llegar, que se junta con
los comentarios de nuestros otros dos colegas, es la siguiente. El avance en
una disciplina se da por bricolaje. Procedemos solicitando préstamos a otras
disciplinas, éste ha sido el caso tanto de Lacan como de Freud, y después
naturalizamos de cierta forma estos préstamos en nuestro propio campo.
Procedemos también por investigación ligada a la necesidad interna del
descubrimiento, y por fin también trabajamos por efectos de la necesidad del
contexto de descubrimiento, tal como lo mostró José Perrés.
Creo que
todas las preguntas de los comentaristas convocan estas tres dimensiones de la
investigación. Para Pichon, tal vez, la interrupción de su actividad tornó
difícil que alcanzara a producir un campo teórico coherente. Estoy en la misma
línea de incertidumbre que él, cuando se plantea el problema de orientar su
investigación más bien en un sentido que se articule a la utilidad social o a
la coherencia teórica. Yo no se como se podría decidir, ya que se trata más
bien de vivir esta pregunta.
Retomaré
esta misma pregunta a partir del sujeto social. En el contexto social francés,
lo que nos era más necesario hacer, y lo que era posible hacer, era de intentar
una articulación entre el sujeto del inconsciente y el sujeto del grupo.
Mantengo la diferencia entre el sujeto del grupo y el sujeto social. Pienso que
tal vez en Francia no seamos quienes están mejor situados para continuar la
articulación entre el sujeto del grupo y el sujeto social. Por otra parte,
pienso que no podemos cada uno de nosotros, dentro de su propio universo de pensamiento,
intentar hacer una especie de agrupamiento de todos los puntos de vista, de
todas las dimensiones. La experiencia psicoanalítica del grupo, como la de la cura,
nos confronta a esa experiencia fundamental: uno que falta, uno que falta es
también una dimensión que falta, y creo que debemos asumir profundamente esa
falta para pensar, esa dimensión inaccesible y por ahí podremos quizá reconocer
que otro sea quien pueda sostener el discurso que nos falta.
Desde ese
punto de vista pienso que la interdisciplinariedad es un trabajo de grupo, y
para dar una referencia al respecto en el debate entre Freud y Jung, creo que
Freud siempre privilegió el análisis por encima de la síntesis; siempre
prefirió el escalpelo a la costura. El problema con el que nos enfrentamos, y
ésta es una manera de contestarle a José Perrés sobre Laforgue: por supuesto
que hay enemigos teóricos, por supuesto que hay exclusiones racistas al interior
del Psicoanálisis, pero hay sobre todo un riesgo de hacer un psicoanálisis sin
la problemática del inconsciente. Y pienso que Francia estuvo durante un tiempo
trabajada, corroída, por la posibilidad de que el psicoanálisis pudiera
funcionar sin el inconsciente. En ese sentido considero que el aporte esencial
de Lacan en el movimiento francés fue justamente recordar que no se puede hacer
ningún psicoanálisis sin el inconsciente. Nuestra tarea en Francia, y ustedes
son los que me hacen tenerlo más claro, consiste precisamente en pensar la
cuestión del grupo y la cuestión del sujeto del grupo poniendo en el centro de
esa investigación la hipótesis del inconsciente con todos sus efectos de
sorpresa y de subversión. Creo que no estoy muy bien situado para hacer esta
articulación entre el sujeto del grupo y el sujeto del inconsciente: siempre
hay uno que falta y eso es lo que hace, creo, que sigamos pensando.
Muchas
gracias.
http://psiconet.com/acheronta
<Revista
Acheronta>
Número 5
- Junio 1997 (número anterior?)
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