Mª
Luisa Fabra
Dinámica de grupo y educación
Fabra,
ML (1976): Dinámica de grupo y educación, Cuadernos de Pedagogía Nº 26
Artículo estructurado en tres
apartados. Primero, se clarific!n los conceptos de dinámica de grupos, técnicas
de grupo y grupo. Segundo, destaca la utilización de la dinámica de grupos en
la escuela y la necesidad de su conocimiento por el profesorado. Por último,
señala que para asegurar el aprendizaje significativo de los procesos y
procedimientos grupales se utilizan unas serie de técnicas que se han revelado
eficaces. Menciona el Phillips 66, brainstorming, role playing, método del
caso, etc. in embargo, se cita como la más eficaz el T. group. También se
recogen técnicas de grupo aplicables a la situación de clase.
<dinámica de
grupos, psicología y educación, técnicas de dinámica de grupos>
La
primera dificultad con que tropezamos habitualmente al hablar de «dinámica de
grupo» y de «técnicas de grupo» consiste en que estas expresiones se han
incorporado de manera algo repentina al lenguaje habitual y se utiliza, a veces
impropiamente, en varios sentidos. Por eso, al proponernos escribir un artículo
sobre dinámica de grupo y educación se nos impone una primera exigencia:
aclarar conceptos.
QUÉ
SE ENTIENDE POR «DINÁMICA DE GRUPO»
Cartwright
y Zander definen la dinámica de grupo como «un campo de investigaciones dedicado
a incrementar los conocimientos sobre la naturaleza de los grupos, las leyes de
su desarrollo y sus interrelaciones con individuos, otros grupos e
instituciones más amplias». En la actualidad la expresión «dinámica de grupo»
se emplea para designar tanto los fenómenos psicosociales que se producen en
los pequeños grupos y las leyes que los rigen como el conjunto de métodos que
permiten actuar sobre los individuos y sobre las organizaciones sociales por
medio de los grupos. Finalmente indiquemos que se utiliza también como sinónimo
de «historia» o «desarrollo» de un grupo, y a veces incluso para designar una
de las técnicas de grupo más conocidas: el T. group (Grupo de Diagnóstico o de
Formación).
QUÉ
ES GRUPO.
Según Krech y Crutchfled se puede hablar
de grupo cuando «dos o más personas se hallan en relación psicológica explícita
entre sí». Dicho de otra forma: constituyen un grupo reducido dos o más
personas en interacción (acción recíproca). Por tanto ese concepto incluye no
solamente «individuos reunidos» sino también la manera en que dichos indivi-
duos se afectan mutuamente. De todas formas es difícil trazar una línea precisa
que indique cuándo un conjunto de individuos se convierten en grupo. La calidad
de «grupo» es cuestión de grado. Insistiendo en la interacción, resulta útil
considerar la actividad de los grupos en dos planos: el de las ideas, en que
los miembros del grupo tratan de comunicarse para resolver problemas que tienen
planteados como grupo, y el plano socioemocional, en que los miembros tratan de
ponerse en contacto para establecer una forma de relaciones interpersonales
satisfactoria. Bales llama al primer plano zona de tarea (objetivo) y al
segundo zona socioemocional (subjetiva). Cuando la actividad del grupo se
centra en la zona de la tarea se dice que el grupo está orientado «hacia
contenidos» y cuando está centrado en la zona socioemocional que se orienta
«hacia procesos» o «hacia el yo»: En realidad, normalmen4e ambos planos están
superpuestos y no se puede entender la dinámica de un grupo sin tenerlos en cuenta a ambos. Sin embargo la
mayoría de grupos de aprendizaje evitan tomar en consideración la zona
socioemocional y ni los miembros ni los lideres de los grupos son conscientes
de los problemas de tipo afectivo.
DINÁMICA
DE GRUPOS Y EDUCACIÓN
Aunque
como campo de investigaciones la dinámica de grupo es una ciencia relativamente
nueva (los pri- meros estudios experimentales fueron realizados en los Estados
Unidos en la década de los 30), el grupo no es un invento americano ni
reciente. Viven en grupo las diferentes especies animales, incluido el hombre,
desde los tiempos más remotos para satisfacer necesidades que los individuos
solos no alcanzarían a cubrir. Existe sin embargo una «resistencia epistemológica»
(1) al concepto de grupo que la corriente psicoanalítica de estudiosos de
dinámica de grupo ha puesto en evidencia recientemente. De todas formas, a poco
que reflexionemos sobre nuestro comportamiento nos daremos cuenta de que
pasamos gran parte de nuestro tiempo integrados en grupos -familia, grupos de
trabajo, amigos, asociaciones recreativas, agrupaciones políticas, etc.-. Por
ello resulta imposible pensar en educar desconociendo la naturaleza y la problemática
de los grupos. Tengamos en cuenta además que normalmente en las instituciones
educativas se trabaja en situación de grupo. La clase, grupo escolar por
excelencia, es un grupo reducido, «cuyos miembros se hallan en proceso de
acción recíproca, en que cada miembro recibe alguna impresión o percepción de
cada uno de los demás miembros, lo bastante clara como para que en ese momento
o en un cuestionario posterior reaccione ante cada uno de los demás como una
persona individual» (2). Por otro lado también los profesores se agrupan para
calificar a los alumnos de una misma clase, para discutir problemas pedagógicos
o de interés general, y tienen relación con otros grupos -asociaciones de
padres de alumnos o de vecinos, agrupaciones de carácter cultural o recreativo,
partidos políticos, iglesias, etc-. Y sin embargo, paradójicamente, hasta hace
poco tiempo no se daba a los profesionales de la enseñanza ni información ni
formación acerca de los grupos. Seguramente, la actitud tradicionalmente autoritaria
del profesor ante la clase hacía innecesaria esta forma- ción, ya que la
existencia de un líder institucional indiscutible (el profesor) centrado en sí
mismo y el «programa» ahogaba la dinámica del grupo de alumnos. Sólo la
aparición esporádica de «toques de alarma» podía hacer pensar en la existencia
de problemas que escapaban al control del profesor. Sin embargo los «síntomas»
, como podían ser la manifestación de hostilidad extrema entre cabecillas de
subgrupos rivales, la visible marginación de algunos alumnos, la soledad de los
primeros de clase, la manipulación, etc, no eran tratados como fenómenos
grupales, sino que se atribuían exclusivamente a las características de
personalidad de los alumnos. Otros fenómenos grupales más molestos como los barullos
colectivos y el abucheo a algunos profesores, se consideraban problemas de
disciplina y se reprimían con dureza. La educación nueva, más democrática,
activa, centrada en el alumno y abierta a la sociedad, hace inviable la actitud
que acabamos de describir. Nuestro tiempo ha descartado por inútil y aún
perjudicial la competitividad excesiva de la escuela tradicional y ha
sustituido ese valor por la cooperación. De la misma manera se ha hecho
hincapié en la consideración de la escuela como lugar de socialización de los
alumnos, insistiendo en la importan- cia del grupo como agente educativo.
Finalmente el objetivo último de «educar para la democracia» exige la adopción
de un método democrático. Sería un contrasentido (aunque frecuente en esos
tiempos de evolución por los que atraviesa nuestro país) intentar imbuir
ideología democrática en un contexto autoritario.
Una necesidad urgente: tener
conocimientos de
dinámica de grupo.
Los profesores nos encontramos a menudo
desvalidos en las clases: no sabemos cómo aprehender la dinámica del grupo,
carecemos de instrumentos que nos ayuden a diagnosticar lo que sucede, no
tenemos una percepción
clara
de hasta qué punto somos aceptados por los alumnos, ni de cómo viven ellos
nuestro rol, sabemos sólo por intuición qué podemos hacer para cambiar el
«clima» de la clase, y nos sentimos impotentes para ayudar a los alumnos que
sufren por estar excluidos de las actividades grupales. Y no sólo eso: tenemos
también problemas con nuestros colegas. A menudo nos sentimos extraños entre
nuestros compañeros de trabajo y no sabemos cómo comunicarnos con ellos; nos
resulta difícil emprender una acción común y encontramos unas resistencias
exageradas cuando intentamos exponer y discutir abiertamente los problemas que
nos ocupan. Algo parecido nos sucede con los grupos de padres de alumnos. En
las reuniones conjuntas nos parece percibir como una muralla defensiva entre
ellos y nosotros. El tono con que se nos pide explicaciones de nuestro trabajo
nos parece una censura, y hemos de hacer un esfuerzo para exponer sin agresivi-
dad nuestros métodos pedagógicos o nuestras reivindicaciones laborales. Evidentemente
poseer conocimientos de dinámica de grupo no soluciona de un plumazo todos esos
problemas, pero es indudable que ayuda a comprender mejor las situaciones,
nuestras reacciones y las de los demás y posibilita una acción más equilibrada,
encaminada a alcanzar los objetivos que nos proponemos.
Una formación teórica y práctica en
dinámica de grupo
Tener
conocimiento de los estudios experimentales efectuados en el campo de la
dinámica de grupo nos será de gran ayuda para introducirnos en el vocabulario
propio de esa ciencia, para confirmar nuestras intuiciones acerca del
funcionamiento de los grupos e incluso para incitarnos a efectuar pequeñas
investigaciones de fenóme- nos grupales en el ámbito en que nos movemos. Los
estudios experimentales sobre la membrecía, la cohesión, las normas de grupo,
el conformismo y la desviación, el liderazgo, la comunicación, etc, que no
podemos abordar aquí pero que encontramos explicados en los buenos manuales de
dinámica de grupo (3) nos serán de utilidad para reconocer y relacionar
adecuadamente con las otras variables en juego los principales fenómenos
grupales, y nos capacitará para actuar sobre ellos. Sin embargo es cada vez más
evidente que ese conocimiento teórico no basta para moverse con soltura en los
grupos. Una formación práctica, que abarque a la vez la experiencia directa,
vivida, y el análisis de los fenómenos grupales, se hace indispensable. En este
casó, más que en otros, el «aprender haciendo» es una necesidad. El
conocimiento teórico de las técnicas más adecuadas para conducir grupos resulta
insignificante al lado de una experiencia de conducir un grupo que comunique
sus impresiones acerca del líder y colabore en el análisis de lo sucedido,
tanto a nivel de contenidos como desde el punto de vista de la afectividad.
TÉCNICAS DE GRUPO
Para asegurar el aprendizaje
significativo de los procesos y procedimientos grupales se utilizan una serie
de técnicas que se han revelado particularmente eficaces. Esas técnicas,
comunmente utilizadas por los grupos como medios de alcanzar sus objetivos,
sirven a los fines del aprendizaje si se constituyen en soporte de un análisis
minucioso y profundo de los comportamientos grupales. Entre ellas destacan: el
Phillips 66 (instrumento que sirve para descomponer un grupo grande en unidades
pequeñas a fin de facilitar la discusión), la discusión en panel (discusión de
un grupo de personas ante un auditorio), el «brainstorming» (reunión dedicada a
la producción de ideas sin límites ni censuras que tiene como fin fomentar la
creatividad), y otras más propiamente pedagógicas como el «role playing»
(dramatización de una situación o de un problema planteado en el ámbito de las
relaciones humanas), el «método del caso» (discusión en grupo de una situación
real problemática), etc.
De todas formas
todos los expertos coinciden en que la práctica de grupo más eficaz para
sensibilizar a los comportamientos grupales es el T. group (literalmente «grupo de entrenamiento»: expresión que
ordinariamente se traduce por «grupos de Formación», de «base»: de diagnóstico,
o de sensibilización). El T. group como técnica fue descubierto casualmente cuando
un grupo de personas que se formaban como animadores de grupo pidieron asistir
a las sesiones de evaluación que celebraba el grupo de conductores del
seminario y se pusieron a colaborar espontáneamente en el análisis que éstos
hacían del comportamiento de los grupos. Más tarde se elaboraron unas normas
destinadas a concretar y facilitar la experiencia. Esencialmente consiste en lo
siguiente: un número reducido de participantes (de 8 a 14, por lo general) se reúne
en presencia de un animador o monitor durante un período de tiempo fijado de antemano
(unas 30 horas) para centrarse en el análisis de lo que está ocurriendo en el
grupo en cada momento («aquí» y «ahora»). (4) El animador, que es parte
integrante del grupo, tiene un estatuto diferente de los demás miembros y no
participa en los intercambios del grupo a nivel de contenidos. Su función
consiste en crear un clima adecuado para la experiencia y en ayudar al grupo en
sus análisis. En el T. group la situación inicialmente desestructurada y la
falta de unos objetivos definidos operatoriamente facilita la toma de
conciencia de la evolución de los grupos desde su constitución hasta el momento
en que se definen los papeles de los miembros del grupo y se establecen normas
y objetivos comunes. Por tanto su potencial formativo es considerable. Sin
embargo el aspecto más destacable del T. group estriba en que posibilita la
toma de conciencia del plano socioemocional, o sea de los aspectos afectivos de
la vida de los grupos.
Técnicas de grupo aplicables a la
situación de clase.
Existen
además técnicas grupales eficaces de cara a organizar con los alumnos el
trabajo por grupos. Hay libros especializados en el tema, (5) pero es la
práctica la que nos ha de guiar en el momento de elegir la más adecuada a cada
situación. Sin embargo conviene conocer algunos instrumentos de trabajo que
resultan útiles por diversos conceptos. Uno de ellos es el test sociométrico
que nos revela la estructura informal del grupo permitién- donos de este modo actuar
sobre el mismo y facilitándonos la tarea de formar grupos de trabajo más
reducidos. Los «juegos del rol», el «brainstorming» y los grupos de discusión
libre se han utilizado también con éxito en las aulas, habiéndose constatado
que contribuyen a la creación y al mantenimiento de un clima de confianza que
favorece enormemente tanto %l trabajo escolar como el desarrollo personal de
los alumnos. De todas formas conviene advertir que esas técnicas, para ser plenamente
efectivas, exigen del profesorado que las aplica una experiencia directa de las
situaciones grupales y una formación profunda a nivel personal.
(1) Ver bibliografía.
(2) Obsérvese hasta qué punto la definición de
grupo de Bales se adecua al grupo-clase.
(3) Ver bibliografía.
(4) Ver bibliografía.
(5) Ver bibliografía.
-Didier Anzieu y Jacques-Yves Martín, La
dinámica de los grupos pequeños, pág. 17 y siguientes.
-Cartwright y Zander Dinámica de Grupos, Ed.
Trillas, 1972.
-Ardoino: El Grupo de Diagnóstico instrumento
de Formación. Ed. Prialp.
-Celso
Antunes, Técnicas pedagógicas de la dinámica de grupo. Ed. Kapelusz.
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